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Capítulos IV - V - VI Final
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EL PODER NINJA ETERNO - Vida Ninja, Sangre Ninja -
 
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CAPÍTULO 4: El sombrío futuro, la premonición del Oráculo


Muchos días hemos recorrido desde nuestra aldea natal hasta la aldea de la Hierba. Kusagakure ya estaba cerca, y con mi escudero marchamos sólo dos ninjas, a velocidad de relámpago, sin dormir y con poco comer. Hasta que al fin, luego de soportar frías noches, calurosos días, lluvias y vientos penetrantes, llegamos a los portones reales de Kusagakure.
La aldea de los sabios monjes y los expertos espías, se mantenía tal cual la había visto por última vez. Realmente fue bueno ver a los conocidos amigos y antiguos aliados guerreros nuevamente. Como Hokage, fuimos recibidos magníficamente, con banquetes, celebraciones y fiestas. Todo tipo de espectáculos nos han brindado. El mejor sitio de descanzo, en el Castillo Imperial del Kage de ésta aldea, fué nuestra posada. Sorprendente ha sido ver nuevamente al feudal de Kusagakure, un señor no tan mayor, pero ampliamente adinerado. Pasamos alrrededor de 1 dia y fuimos directos al encuentro con el Kusanokage de la Hierba, escoltados por sus guardias personales.
"Tiempo sin vernos, Hokage. Víctor, ¿Cómo haz estado?" Fueron las palabras del sabio monje. "He batallado un par de guerras, he conquistado un par de tierras y he ganado un par de enemigos" le respondí.
"No cambiarás ni en un millón de años, mi viejo amigo. Tu padre ha sido un gran soberano, al igual que tú. Es bueno verte tras tanto tiempo, tu rostro me recuerda mucho al suyo. Demás esta mencionar que cuentas con todo el apoyo militar y civil de Kusagakure. Quisiera pedirte disculpas, puesto que no he podido mandar mis Shinobis a la batalla en los Pantanos Nori. Realmente quise pelear esa guerra contra los Uchihas a tu lado, pero todo fue tan repentino y veloz, que cuando envié mis tropas enlistadas a la guerra, tú y tus hombres ya estaban de regreso." Me mencionó el Monje en un tono triste.
"No debes preocuparte por eso, mi buen amigo. La guerra ha terminado, y hoy somos aliados de los de Kumogakure. Evidentemente, la guerra nos llevó a algo bueno que no hemos logrado en años, y me refiero a la paz. Además, no quería que tu aldea se involucrara en mi guerra. Tus ninjas no portan mis ideales, y no quisiera sacrificar sus vidas por causas ajenas. Es por eso que no te he enviado el pedido de llamado a la guerra aquella vez". Le dije sonriendole al viejo.
"Victor, al igual que tu padre, siempre pensando en las virtudes y en lo positivo de los demás. Tu causa es mi causa. Konoha y Kusa son hermanas de nacimiento, y nosotros dos somos sus hijos regentes. Gracias a tus sabias desciciones, hoy el planeta está en paz. La Niebla forma alianzas con sus clanes internos, los de la Arena fijan tratados y progresan en todo sentido mediante la paz, y los feroces de la Nube han bajado sus espadas y se han unido a un acuerdo mutuo entre las Naciones Ninja. Todo ésto es un milagro, y es un milagro del cual debemos estarte agradecidos. Entiendo que haz de estar muy cansado y agotado, no por el viaje, sino por todos los sucesos de tu vida."
Escucho las palabras del Kage de la Hierba, y afirmo: "Si, mi buen amigo. Mis huesos no son los de antes, en batalla he perdido mis reflejos, pero no mi temple. Vos sabés algo, ¿verdad?"
Ambos estabamos sentados en sillones de madera y metal forjados, imperiales sitios en la base central de Kusagakure, en el Castillo del Feudo. Los pájaros y mariposas volaban sobre el verde jardín que teníamos enfrente nuestro. El Monje hace silencio, y luego me mira. En sus ojos noto preocupación.
"¿A qué has venido hermano mio?" Me dice el Kusanokage, mirandome de frente a mis ojos. Sus movimientos y gestos eran preocupantes, algo me ocultaba. "Sabes bien por lo que he venido hasta aqui". Le respondi devolviéndole la misma mirada.
"Por primera vez en muchos años, he visto un mensaje difuso. No logro entender su significado, pero lo cierto es que... el Oráculo ha predecido muerte. La sangre del linaje real será derramada. Y lo peor de todo, es que esa sangre recae en el ser que más amas." Fueron las palabras del Monje, mientras yo le miraba desconcertado.
"El Oráculo nunca miente Hokage, y he visto que todo ésto sucedería. Yo no obligo al Oráculo que le llegue sus premoniciones. Ellas salen solas, y lo único que hago yo es leerlas e interpretarlas. Las palabras del Sagrado Vidente han dicho lo siguiente: Se avecina una guerra entre dos almas, que acabará por debastar a las aldeas ninja en un futuro muy próximo, si no se les detiene. Ellos son pocos, los oficiales no se darán a conocer, pero todo el mundo guardará un trozo de maldad en sus corazones, y traicionarán a tu legado, dejando de lado sus principios, sólo para obtener poder. Un poder que corrompe a la Luz, y que hace temblar a los mismísimos cimientos del Oráculo. En pocas palabras, si pensaste que tus días de paz serían eternos, estabas equivocado, pues enemigos mucho más poderosos que los que te haz enfrentado en el pasado, se aproximan lenta pero seguramente."
Sus palabras fueron martillazos en mi mente, y sin poder creerlo, recordaba unas pesadillas que he tenido ultimamente. Tomo la mano del Monje, y le digo seriamente: "He defendido a mi pueblo a costa de mi propia sangre. He derrotado a todo enemigo perturbador de la paz. He entrenado a la nueva generación de ninjas, y he mantenido a la Voluntad del Fuego. Por favor, Kusanokage, expliqueme el significado de éstas palabras".


CAPÍTULO 5: La maldad y la sangre


El monje me mira, y se pone de pie. Camina hacia una campana que habitaba en el jardin del castillo, y mirando a los pájaros bajo los árboles de cerezo, me dice: "Sígueme".
Me levanto de mi asiento, y conjunto a él, camino a su lado por ese sendero. El monje no se detiene, y se dirige lentamente hacia la gran campana dorada. Yo hago lo mismo, hasta que él se detiene y me dice: "Hokage, ha venido a una visita formal, para recolectar información, beber un poco de sake con viejos aliados, y reestablecer tratados antiguos en aburridas conversaciones, entonces, expliqueme el porqué de su vestidura y armamento de combate, como si fuera a una guerra".
"Estamos en tiempos difíciles, mi querido amigo. Nunca se sabe quien podria atacar desde lo oscuro, y además, la distancia entre Konoha y Kusa es larga. Naturalmente, eramos pocos, sólo mi escudero y yo, pero siendo sincero, queríamos tomar todas las precauciones necesarias. Un ninja siempre está atento a cualquier situacion cambiante, y está entrenado a reaccionar a partir de momentos súbitos". Le dije en forma natural.
"Por favor, Hokage sama, présteme su espada". Me dijo el viejo, por lo cual, desenvaine mi katana y se la cedí. El monje la ve, la empuña y mirando la afilada y brillante hoja, me dice: "Así que ésta es la espada de tu padre. La Kritius Novezca, forjada con aguas del Mar de la sangre, en los bosques de Kento."
"Eso es correcto". Le dije mientras el Kusanokage blandía la espada en el aire. Entonces, deteniéndose me dice: "No he sido ninja, aunque he estudiado ninjutsu desde pequeño, jamás he aprendido a dominar Taijutsu o Ninjutsu Armamentista. Me he hecho Kage de ésta pacífica, pero inteligente aldea, mediante el Genjutsu. En mis tiempos, cuando era joven, empuñar una espada era símbolo de debilidad, pero dominar a los rivales con la mente, era signo de fortaleza. Con el paso del tiempo, todos los shinobis y kunoichis de ésta aldea, nos especializamos en Genjutsu elevado, y así fue como nos ganamos la fama de los espías legendarios, capaces de meterse en la mente de otros, y quebrar a todas y cada una de sus neuronas".
"Si, es una historia que se narra a travéz del tiempo, y que incluso hace temblar a los Kaitsuka marionetistas de Sunagakure. Pero, no cambiemos de tema, por favor, digame ¿Qué tiene todo esto que ver con la Premonición?" Le dije algo molesto.
"Tranquilo Hokage, sólo quiero saber sobre los otros dominadores de Genjutsu en el planeta. De aquellos que se dice que superan nuestro nivel, y son ellos mismos a quienes enfrentaste en Nori." Me responde el viejo. Yo le miro un poco mas calmado. "Si lo que deseas es información la tendrás, pero asi como un intercambio, yo te exijo que me expliques y visualices lo del Oráculo. He recorrido mucho para ésto, y si tus palabras me traen nuevamente la reconciliación con el sueño, alejando mis pesadillas, te daré toda la data recabada por mis Hyuga de los Yamanaka de Kumogakure."
"Eso puedo verlo, Victor, si en batalla nos enfrentaramos esta claro que tu ganarias ampliamente. No es mi deseo enfadarte, ni tampoco negarte la ayuda, pero es que deseo que me ayudes a seguir siendo el mejor clan espia. Nuestra visión es incluso superior a la de tus Byakugan, o al Sharingan de los Uchiha. No podemos permitirnos que un grupo de totales desconocidos se lleven un imperio que nos tomó decenas de años lograr." Fueron las palabras del Kusanokage.
"Habla ahora monje". Le dije fríamante al viejo, quien me mira, y en silencio devuelve mi espada. Yo guardo nuevamente la katana en su vaina, y me predispongo a escuchar las palabras del viejo.
"Tus sueños son acertados Victor. Una sombra de oscuridad se dirige desde el Oeste, e inicia sus preparativos de invasión. En unos años, cuando el heredero no esté. Te enfrentarás de cara al peor enemigo para todo ser vivo. Veras frente a frente a la mismisima muerte, quien te derrotará en batalla, en completo silencio. Demonios. Así llamarán a tus asesinos. Les dirán demonios, pues no son seres vivos. Y aunque parezca que para derrotar a el más omnipotente Kage de los grandes 4, se necesitaría a un ejército, sólo un demonio bastará. Al inicio del anochecer, cuando las luces del sol desaparezcan, y todos tus guardias estén dormidos, un olor negro y un zumbante silencio, acecharán tu hogar. Ingresará a tu habitación real, y te asesinará. Moriras luchando, pero sin obtener la victoria de ésa lucha." Me dice el monje.
Entonces lo observo y le respondo: "No temo a mi muerte, ni tampoco a la agonía. Ya he muerto muchas veces y he estado en el infierno en cada guerra en las que luché. Dime, sabio aliado, quién osará invadir Konoha. Dime qué ninja atacará en mi terreno, y dime quién será el que se lleve mi cabeza". Le dije apretando fuertemente mi puño.
"Indescriptibles veo en mis recuerdos, a un ser considerado el mal. Es muy cierto que haz estado ya en el infierno en tu pasado, pero de todos los seres y demonios a los que te haz enfrentado, nunca luchaste ante algo como él. Ni siquiera el Oráculo me lo ha dicho, pero lo mas factible es creer que dicho enemigo, es alguien que aún no ha revelado su rostro. Y por lo que sé, no pertenece al mundo de los vivos. No creo que sea un ninja de alguna aldea. Su chakra se enfoca en Kirigakure, pero desde allí sólo puedo decirte que ha partido aún más al Oeste. Sus entrañas están en el País de la Lluvia".
"¡La lluvia! ésa nación esta en completa decadencia, y sólo los buitres y turistas, visitan sus termales. Ellos no representan peligro alguno, puesto que ni siquiera aldea ninja poseen. Hace centurias que nadie abarca dichos terrenos, y para ingresar, si no se usa un jutsu espacio-tiempo es imposible ingresar debido al Bosque de la Muerte". Le dije completamente sorprendido al viejo.
"No subestimes a dicho Pais. Antaño se forjó en él el Templo de los Héroes. Dime ¿Qué mejor sitio para situar una base secreta, que en un lugar donde no ingresa nadie, y sobretodo, siendo un sitio sagrado?" Me dice el monje mientras me sonríe.
"Entonces, debo mandar a ANBU y a mis mejores Jounnin alli. Tengo que preparar un incursión, enviaré al azote de Konoh...." Decía, cuando fuí interrumpido por el Kusanokage. "No mi buen Victor. Eso sería un error. El enemigo no es tonto. Desde mucho tiempo atrás seguramente ha de estar preparando todo para su movimiento. Al analizar cada guerra, cada batalla donde las naciones ninjas participaron, también sabe de tus movimientos. Es peligroso moverse, sin siquiera saber quién es el rival. Estarias llevando a tu gente a una muerte segura, no solo por el gran y largo viaje, sino porque en camino a dicho país, deberán cruzar si o si o por el Mar de la Sangre al Norte o por el Bosque de la Muerte al Sur. Ninguno de los dos caminos es bueno, y con pocas tropas, no podrías derrotar a alguien que es capaz de matarte en tu propia residencia sin hacer ruido."
"Haz hablado mucho sobre el linaje, sobre mi heredero, sobre la aldea y sobre cosas oscuras. Si el enemigo es un humano, o un ejército de muertos y demonios, ¿Qué tiene que ver mi hijo?" Le dije seriamente.
"Oh... realmente me sorprendes Hokage, eres alguien muy perspicaz. En ningún momento he mencionado a tu hijo, el prodigio de tu linaje, y aquel que sin lugar a dudas será el próximo Hokage. Pero de todas formas, intuíste que me refería a él. Pues en efecto. Él tiene toda la relevancia en éste asunto. Puesto que el Oráculo ha predicho que él, junto a otros pocos ninjas de la Futura Legión de la Luz, podrán hacer frente a ése demonio que te asesinará".
"Mi hijo... Victor, ¿Saldrá victorioso de dicha batalla?" Le pregunte angustiado.
"No lo sé. El Oráculo ardió en llamas y luego de decirme eso se autodestruyó."
"¡Qué! El Sagrado Oráculo de Kusagakure... ha...." "Si Hokage sama. El Oráculo dejó de existir. Su última premonición ha sido una guerra, una feroz y sangrienta lucha entre tu descendiente y los suyos, contra los demonios del Oeste. La Futura Legión de la Luz, contra la Legión Oscura. Pero no me ha dicho cómo acabaria ésa guerra. Si ganaría el bando encabezado por tu descendiente, o si en efecto, vencería el lado de la oscuridad. Ahora, sin Oráculo, ésa respuesta sólo depende de la futura generación de ninjas de la luz. La próxima y última Gran Guerra Ninja... ya no será entre aldeas o clanes... será entre la luz y la oscuridad".


CAPÍTULO 6: Un pasado sin presente, un presente sin futuro


Rápidamente tras escuchar el aterrador discurso del líder de Kusagakure. Grito al aire: "¡Escudero!". Y entonces, como teletransportándose, aparece la sombra de mi escudero Nara.
"Si mi señor. Hokage sama, ¿Qué desea?". Sin mirarlo, y manteniendo mi vista en el monje le ordeno: "Prepara a los Halcones, alista a los caballos, nos regresamos ahora mismo a Konoha. Avisa a la Torre de los Mensajes, y a la Caldera de los Colmillos en Konoha. Que Sunagakure, Kirigakure y Kumogakure se preparen para nuestro próximo movimiento de piezas".
El joven Nara asiente con la cabeza y dice: "Si mi señor. A la orden". Y desaparece a la misma velocidad de la que llegó.
"¿Qué tienes hacer en mente, Hokage-dono?" Me pregunta el monje.
"El sagrado Oráculo así lo predijo. Mis abuelos, y los abuelos de mis abuelos se han dejado guiar por su infinita sabiduría, y con el paso de la historia, el Oráculo demostró tener poder y sobretodo, tener la verdad en sus Premoniciones. Si hago oídos sordos a lo que se avecina, el futuro del planeta estará en peligro. Eso es algo que no me puedo permitir bajo ninguna estancia." Le dije mientras lo miraba a los ojos.
"Ya te he dicho que enviar a mil de tus jounnin o a cien de tus ANBU no quitará el peligro, y eso hará que el enemigo huya de la nación de la lluvia. Será lo peor que podrías hacer, pues le perderíamos el rastro, y si perdemos su rastro y ubicación, perderemos el poder del análisis. Sería aún peor si incluyes a las tropas de la Niebla, la Arena y la Nube. Por más que sean un millón de soldados y ninjas entre todas las aldeas, el rival podría fácilmente acabar con ustedes. Sus tropas se diezmarían, y la seguridad de las aldeas se vería completamente en un frágil equilibrio. Muchos hombres morirían inútilmente ante una causa que todos desconocen. Los demonios no pueden ser vencidos mediante chakra o armas físicas. Ni siquiera el mejor Genjutsu podría retener al Dios de los Infiernos. ¿Qué te hace pensar que más de un millón de ninjas humanos provenientes de distintas aldeas, podrían siquiera dañar a semejante ente?" Me dijo el Kusanokage en un estado de miedo y alteración notorios.
"Buen monje. Estás en un error... y los ojos de tu aldea, no logran ver más alla del resguardo global. Aveces hay que arriesgar cosas presiadas, para salvar otras. Si tengo que arriesgar mi propia vida, para salvaguardar al futuro de nuestros nietos, lo haré con mucho gusto. Además... yo jamás he dicho que cargaría con un azote de más de un millón de ninjas ante el País de la LLuvia."
El monje me mira muy sorprendido, y me pregunta: "¿Entonces a quienes enviarás?"
"A quienes hemos sido elogiados como los genios de nuestras aldeas. Enviaré al máximo representante de cada aldea. Uniré a las 4 Grandes Naciones Ninja." Le dije muy seguro de mi mismo. Tiritando en dudas, él me susurra: "Estas diciendo que...".
"Asi es. Voy a convocar al Kazekage, al Mizukage y al Raikage, para que juntos a mi, el Hokage, formemos la barrera y la última defensa de la Antigua Legión de la Luz. Yo, mis ancestros, y cada uno de los ninjas puros de corazón hemos sido los defensores de la Antigua Legión de la Luz. Con mi hijo, y con los hijos y niños de las demás aldeas, nacerá una nueva generación, pura, bondadosa y llena de luz. Y será llamada la generación de la Legión de la Luz Futura."
Entonces el escudero Nara aparece ya montado en su caballo, y trae al mío a su lado. Apareciendo desde los establos reales de Kusagakure y a una gran velocidad, me mira y me dice: "Señor. Todo en cuanto lo pidió ha sido terminado. Estamos listos para volver ahora mismo a Konoha. He enviado mensajes a neustra aldea, y es sólo cuestión de tiempo a que anuncien a las demas naciones ninja. Señor, todo, según ordenó ha sido ejecutado."
"No podía esperar menos de mi Escudero, uno de los mejores del clan Nara. Pues bien, que así sea. Volvemos a Konohagakure." Dije con mucho optimismo mientras me montaba a mi caballo.
El monje me queda mirando, mientras toca muy lentamente la gran campana dorada del jardin del castillo... y me dice en un tono de gran preocupación: "Vas hacia un destino que sólo llevará a tu olvido, a tu muerte y a la desaparición de los otros 3 Kages."
"Estás en un nuevo error mi querido amigo. Yo nunca seré olvidado, y si así lo fuera, me conformaría en permanecer vivo en el corazón de mi hijo. Es todo lo que me importa. Por él, y por cada niño de Konoha, pienso luchar hasta que mis huesos sean quebrantados, y hasta que mi sangre sea derramada. Ya te he dicho que no le temo a la muerte, ya he cumplido mi Camino del Ninja y he terminado mi mision. Ahora una nueva puerta se abre ante mi, y ante el futuro. Me gustaría mucho estar jugando al ajedrez como lo hacen los despreocupados feudales, pero aún tengo una última misión que cumplir. Y usaré éstos años de vida que me quedan para realizarla." Le dije mientras lo miraba con una gran sonrisa desde arriba de mi corcel.
"Me llaman el sabio de la Hierba, un anciano que ha vivido lo suficiente para conocer el curso cambiante de la historia. Pero verdaderamente, el sabio eres tu. Te rindo respetos, lealtad y sobretodo, te deseo buena suerte en tu camino, pero me pregunto ¿Cuál es tu última misión en ésta vida?"
Esas palabras me hicieron esbozar una sonrisa y mirar al cielo amarillento que amanecía poco a poco. "Mi misión no es derrotar a los supuestos Demonios... mi misión es darle tiempo a mi hijo Victor y a los demas prodigios de las demas aldeas, para que formen su camino como ninja, y para que sobre todo, vean la pureza de la legión de la Luz. Si consigo ganar aunque sea sólo un segundo más, para evitar que éste nuevo mal se expanda por el planeta, habré logrado mi cometido, y por ende mi misión. Quiero hacer a Victor fuerte, y quiero enfrentarme cara a cara a ése Demonio que me asesinará. Quiero ver su rostro cara a cara cuando clave mi katana en su cuello... quiero asegurarme que será un digno rival para la nueva generación, pero ante todo, quiero asegurarme que una vez me mate... vea que en mi no muere la Voluntad de Fuego... quiero asegurarme ciegamente que ése malnacido vea que la verdadera Voluntad de Fuego nació desde la fundación de Konoha no sato y que seguirá viva en mi hijo y en cada uno de sus descendientes. Si yo muero, es porque ha llegado mi tiempo. Si muero ante un demonio silencioso y sin rostro, es porque así estaba escrito... pero puedo asegurarte viejo amigo, que no moriré sin dar batalla antes, y sin allanar el camino de los Portadores de la Nueva Generación de la Luz."
Él me sonríe, y estrechando su mano con la mia, me dice feliz: "Rezaré a todos los Dioses y ángeles para que guíen tu camino y el de los nuevos portadores de la Luz. Suerte en tu misión. Tu y los tuyos, son aquellos en los que recaen el futuro del Planeta"
"És hora Hokage-sama" me dijo a mis espaldas mi escudero de los Nara. Entonces, predisponemos a nuestros corceles para perfilar hacia La Aldea Oculta entre las Hojas. Pero antes de irme, giro el rostro y observo sonriente al Kusanokage, para luego preguntarle: "Tengo una pequeña duda... gran viejo amigo y supremo sabio... ¿Qué ha sucedido con los Kaguya, luego de su incursión a la Yugikagure?"
El anciano monje me responde sonriente y muy seguro de sí: "Están con vida, alejados momentáneamente de Kirigakure, pero con vida aún. Han perdido su guerra, pero han ganado conciencia en que sus métodos deben cambiar ligeramente. Pronto estarán al servicio del nuevo Mizukage, y lucharán codo a codo para defender a la Nueva luz".
Muy feliz, le dije: "Ya me lo imaginaba... mi corazón me lo había dicho con anterioridad".
"Asi es Hokage sama. El corazón es un Oráculo propio que cada uno posee en su interior. Si lo escuchas, serás capaz de ver el futuro."
Al escuchar esas sabias palabras, a toda prisa, y a una velocidad inalcanzable, mi Escudero y yo, salimos de Kusagakure, para dirigirnos directamente hacia el Sur, de regreso a Konohagakure.